sábado, 20 de marzo de 2010

Sus manos, mi mejor herencia


Su sensibilidad la caracterizaba, su legado hoy, es un conjunto de platos vacíos, ollas, sartenes, macetas, momentos llenos de calma. Sus manos arrugadas apretándome fuertemente los pies, y haciéndome sentir hija de todo, reina de nada. La sal en su sitio, las espinas, los yogures de coco y hasta los cuchillos llevan su nombre. La estufa siempre dando calor, el pan con aceite y el vaso de leche. No quería pollo, no le gustaba, no quería vino, solo de vez en cuando un poquito de cava. El merengue, todo un lujo los sábados por la tarde. Ella, ella siempre en mi mente, mi almohada, mi pañuelo, mi colchón de lana. Ella era todo, ella siempre será una parte de mi alma, de mi cuerpo, de mis casas... Hoy de primero cocido y de postre dos mil historias, mil caricias y una manta.

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